Confesiones, crímenes y traiciones: los 14 días de un juicio que mantuvo en vilo a Honduras

Confesiones, crímenes y traiciones: los 14 días de un juicio que mantuvo en vilo a Honduras

El juicio contra el expresidente, Juan Orlando Hernández, dejó al descubierto los detalles sobre las operaciones de los carteles en el país y sus oscuros nexos con la política en los últimos 20 años: traiciones, guerra entre rivales, fortunas amasadas, irrosorios sobornos a los políticos y espeluznantes crímenes, algunos emblemáticos, que se han resuelto de una vez por todas de la boca de sus actores intelectuales.

El proceso abrió, además, una insólita ventana al modo en que operaron las organizaciones criminales -apoyados por policías, militares, jueces y fiscales- los métodos, las rutas, los precios del mercado, la gestión y los grandes beneficios del negocio de la droga.

Este es un resumen de las 14 audiencias con los protagonistas y las claves del juicio del primer presidente hondureño encarcelado por narcotráfico en Estados Unidos y del político más influyente del país en la última década al que le llegó su hora. (EG)

EL JUICIO
El expresidente, Juan Orlando Hernández Alvarado, se sentó en el banquillo de la corte federal del Distrito Sur de Nueva York, el pasado 19 de enero. 16 días después, el pasado viernes, 8 de marzo, fue hallado culpable de los tres cargos que le imputó el gobierno estadounidense: Conspiración para importar cocaína y los otros dos relacionados al uso y tráfico de armas para custodiar el trasiego de la droga desde Honduras a los Estados Unidos.

Durante su poderío político, con pocas pruebas, según la fiscalía neoyorquina, JOH protegió a los capos hondureños -todos condenados por esa misma corte y usados como testigos en su contra en el juicio- a cambio de sobornos para impulsar sus campañas que lo llevaron al poder, primeramente, como titular del Congreso en 2010-2014 y luego como presidente de la República en dos mandatos consecutivos, entre 2014-2018.

La defensa y el propio acusado, quien subió al estrado, se defendió frente al jurado rebatiendo las alegaciones de los testigos a los que acusó de una venganza por perseguirlos y resaltó su lucha contra la guerra con apoyo de los Estados Unidos.

Las sesiones fueron seguidas por muchos hondureños residentes en la Gran Manzana y sus alrededores y una docena de periodistas hondureños que tuvieron acceso a la sala 26B de la sede de la corte, en el sur de Manhattan. La sentencia definitiva, que trae consigo una cadena perpetua por cada delito, se celebrará el próximo 26 de junio. Como las cámaras estuvieron prohibidas, los dibujos de una ilustradora es la única memoria gráfica del juicio.

El juez Kevin Castel, de 73 años y nombrado por George Bush, en un momento del juicio contra el expresidente Hernández.

EL JUEZ
A una buena parte de la audiencia, especialmente, simpatizantes del expresidente, no le ha gustado el desempeño del juez Kevin Castel durante el juicio por sus constantes objeciones aceptadas a la fiscalía en contra de la defensa y la manera de inducir al jurado antes del veredicto es una de las críticas. “Jurado, consideren esto: “Los conspiradores no suelen hacer público sus planes”, les dijo cuando los instruyó en sus deliberaciones.

“No considere en sus deliberaciones un posible castigo”, remató. Tampoco le aceptó dos testigos y varias documentaciones a la defensa en el desarrollo del juicio. De todos modos, este jurista conservador de 73 años, nacido en Nueva York, demostró que él manda en su sala desde el primer día. “Esperamos terminar este juicio en tres semanas”, adelantó. Y así fue. ¿Cuánto más te falta? le preguntó un día al fiscal en el momento del interrogatorio. 30 o 40 minutos, le respondió. Entonces, déjalo para mañana, nos vamos. Y siempre fue puntual en la entrada, 9:00 am y en la salida, 5:00 de la tarde, hora de Nueva York. Además, estaba relacionado con el caso, pues, es el mismo que sentenció antes a Tony Hernández, hermano del expresidente Hernández, y a Geovanny Fuentes, uno de los capos hondureños envuelto en esta trama judicial. Tiene un doctarado en derecho por St, Joh’s University y fue aprobado por el senado a propuesta del presidente, George Bush en 2003.

JOH estuvo en manos de 12 neoyorquinos, tres de ellos mujeres negras, los demás blancos y ninguno hispano. Fue prohibido retratarlos.

EL JURADO
La jurado 13 fue la presidenta y encargada de leer el veredicto. Junto a sus 12 compañeros y seis suplentes más fue escogido entre 40 candidatos por el juez Kevin Castel, el primer día del juicio. Era nueve mujeres y nueve hombres, tres negras, y el resto blancos, ninguno hispano. Anónimos, nombrados por número del 1 al 18, todos vecinos de Nueva York y de diversos oficios. Se mantuvieron bien atentos durante las audiencias y dos de ellos se excusaron, uno por atascos en el tráfico y otro por conjuntivitis. Al terminar cada jornada, se marchaban a sus casas. Tuvieron prohibido leer noticias sobre el caso y comentarlo entre ellos, hasta el día de la deliberación. Tardaron dos días en llegar a un acuerdo unánime sobre la culpabilidad del acusado.

El expresidente Hernández lideró su propia defensa durante el juicio acompañado de los abogados Renato Stabile, izquierda y Raymond Colon.

LOS ABOGADOS
Hasta ahora, no se sabe cómo pagó su defensa el expresidente Hernández. Previo al juicio, sus familiares recurrieron a la caridad pública, pidiendo donaciones, a través de una plataforma virtual que extrañamente les fue cerrada después:
1. RAYMON COLON: Fue el líder del equipo y durante las audiencias, mantuvo al tanto del caso a los periodistas que lo abordaban en la entrada y salida del recinto judicial. Fue él, también, el que le preguntó a Alexánder Ardón, uno de los testigos, sobre una supuesta participación de Héctor Zelaya, el hijo mayor de la Presidenta, Xiomara Castro, en la conspiración para matar al zar antidrogas Arístides González. Igualmente, le preguntó al mismo testigo si había sobornado a Carlos Zelaya, actual secretario del Congreso y cuñado de la Presidenta. Los aludidos acusaron a JOH y a su abogado de hacer estas preguntas con el afán de involucrarlos, al tiempo que negaron cualquier nexo con el narcotráfico. Algunos periodistas presentes en la sala, aseguraron que al momento de hacer la pregunta sobre el hijo de la mandataria, el fiscal se le acercó a Colon diciéndole que no le preguntara eso porque estaba en investigación.
2. RENATO STABILE. Se unió al equipo de la defensa semanas antes del juicio nombrado por el gobierno luego que el expresidente se declarara sin dinero para pagar otro asesor legal. Histriónico en su participación, abrió el juicio, al estilo de esos abogados de películas, con una frase de la obra La Tempestad de Williams Shakespeare: “El Infierno está vacío y todos los demonios están aquí”, refiriéndose a los testigos presentados por la Fiscalía a los que acusó de subir al estrado a mentir para reducir sus condenas. Dirigiéndose al jurado, les advirtió: “No les crean, son unos infelices mentirosos. Les dirán que TH es Tony Hernández, pero también es Tommy Hilfiger”. En sus argumentos finales, después que el jurado había escuchado las confesiones de los capos, volvió a dirigirse a ellos recordándoles, antes de dar su veredicto: “Cuando alguien se está ahogando, es capaz de agarrarse de una espada para salvarse”.
3. SABRINA SHROFF. No tuvo participación en las audiencias, pero ayudó a preparar la defensa desde un principio, denunciando, a la vez, el hermetismo de la fiscalía para permitir el acceso a los documentos clasificados en favor de su defendido.

PIE DE FOTO
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El expresidente Hernández lideró su propia defensa durante el juicio acompañado de los abogados Renato Stabile, izquierda y Raymond Colon.

 

EL FISCAL
Jacob Gutwillig fue el fiscal líder de la acusación contra el expresidente Hernández y de interrogar a todos los testigos, incluyendo al propio acusado. Antes, había acusado al capo Geovanny Fuentes, lo que le dio un posicionamiento sólido en este caso. Su momento más inquisidor fue cuando acorraló de preguntas al imputado por más de cuatro horas continuas y otra más al siguiente día. Presa del hostigamiento, el expresidente contestó muchas veces con un “no recuerdo”, “puede ser”, “no estoy seguro”. En su participación final, durante los argumentos finales, se dirigió al jurado y señalando con el dedo al expresidente les dijo: “El acusado, Juan Orlando Hernández, es un narcotraficente a gran escala. Abusó de su poder para, como él mismo lo expresó, meter las drogas en las narices de los gringos”.

Estas son las armas presentadas por la fiscalía durante el juicio como parte de las pruebas en contra del exgobernante hondureño.

LAS PRUEBAS
Para la enorme audiencia y los profesionales del Derecho del patio, el punto más controvertido del juicio han sido las pocas pruebas presentadas y el veredicto condenatorio en base a los testimonios de asesinos y narcotraficantes confesos. Unas armas de grueso calibre, un par de udios y fotografías de JOH con algunos de los capos, como una en el mundial de Sudárica 2010 con Arnulfo Valle, del clan de los Valle, Valle o con los hijos de Geovanny Fuentes. Además, el jurado tuvo a la vista una foto de un ladrillo de “coca” con la marca TH y las narcolibretas que FUSINA le decomisó al también narcotraficante, Magdaleno Meza, asesinado en una cárcel hondureña, supuestamente, para evitar que más adelante pudiera atestiguar en contra de Tony y JOH. Otras pruebas no fueron presentadas al jurado, como lo admitió el propio juez Castel al final del juicio.

 

Alexander Ardón, fue uno de los testigos estrella durante el juicio en contra del expresidente Juan Orlando Hernández.

LOS TESTIGOS
Los carteles de la droga operaron bajo la protección del exgobernante hondureño usando métodos violentos, logística militar y policial, rutas definidas y con gran conocimiento sobre el negocio, incluyendo el precio de la droga y condiciones del mercado, según la tesis que logró implantar la fiscalía en el jurado con apoyo de los testigos. De un kilo de cocaína se sacan entre 15 mil y 35 mil dosis y vale dos mil dólares en Colombia; $13 mil en Honduras y hasta 45 mil dólares en Nueva York, según contó la agente Tul de la DEA, que servició de testigo. Ardón admitió que amasó unos 200 millones de dólares, mientras que Devis Leonel Rivera, el jefe de Los Cachiros, unos 55 millones. La pasaban en avionetas, lanchas y hasta en helicopteros de las Fuerzas Armadas, o vía terrestre, escoltadas por la misma Policía desde Gracias a Dios, Colón, Olancho, San Pedro Sula y Santa Bárbara, en sociedad con el cartel de Sinaola.

LOS CARTELES
El juicio dejó claro, también, que en Colón operaba el cartel de Los Cachiros; en Santa Bárbara, los Valle Valle y en Copán y Lempira, el de Alexander Ardón. Los tres, repartieron sobornos a las campañas del expresidente Hernández usando una amplia lista de políticos, algunos vigentes, todavía. Sin lugar a dudas, las confesiones de Fabio Lobo, llevándose de encuentro a su propio padre, el expresidente Porfirio Lobo Sosa, fueron decisivas en el juicio al revelar con lujos de detalles los sobornos a JOH, Tony Hernández, y a su propio padre, además de otros políticos. No menos crudos fueron los relatos sanguinarios de Ardón, Rivera Maradiaga y el subcomisionado de Policía, Mario Guillermo Mejía Vargas, sobre cómo ajustaba cuentas a sus rivales. El primero se adjudicó la muerte de 56 personas y el segundo, 78.

CRÍMENES EMBLEMÁTICOS
Entre los dos asesinaron, según sus propias palabras, a 134 personas, algunos con sus propias manos. Entre estos crímenes se encuentran unos emblemáticos y envueltos en el misterio, hasta ahora que se conocen sus autores intelectuales. El defensor de los derechos humanos, Alfredo Landaverde; el periodista Aníbal Barrow; el zar antidrogas Arísitedes Gonzales y el llamado “Fiscal de Oro”, Orlan Chávez, este último, ordenado por el subcomisionado Mejía Vargas porque investigaba a su primo por lavado de activos. Otro testimonio decisivo fue el del agente de la DEA Macnamara, quien encontró en el teléfono de Geovanny Fuentes, cuando fue capturado en Miami, una llamada con el expresidente Hernández entrando a Casa Presidencial. Por el lado de la defensa, los únicos testigos fueron los generales de las Fuerzas Armadas, Tulio Romero Palacios, Willy Osegura y René Barrientos, quienes trabajaron en la seguridad personal del exgobernante durante estuvo en el poder. Además, el propio acusado subió al estrado en el cierre de la etapa de testigos para refutar las acusaciones en su contra.

El juez, Kevin Castel, asegura que “una conspiración casi invariablemente se caracteriza por el secreto”.

EL DELITO
El expresidente, Juan Orlando Hernández fue declarado culpable por conspirar para traficar cocaína y usar armas destructivas, un delito del que se conoce poco en Honduras. El juez, Kevin Castel, al momento de instruir al jurado para su veredicto, explicó parte de la base filósifica de este delito en el sistema penal estadounidense:
Juez Castel: Jurados, consideren esto: los conspiradores no suelen hacer públicos sus planes. Una conspiración casi invariablemente se caracteriza por el secreto. Solo hay que comprobar que el acusado participó en la conspiración con una o más personas…
Juez Castel: El término “posesión” aparece en el tercer objeto de la conspiración. Para poseer, digamos que traigo algunos dulces y los dejo en el escritorio de mi adjunto. Ella sabe que debería dejarme algo; se me puede decir que lo posea. O un reloj en una caja de seguridad.
Juez Castel: En el cargo 2, bastaría tener conocimiento previo de que un co-conspirador utilizaría una ametralladora o un dispositivo destructivo…
Juez Castel: En el cargo 3, aplique la misma ley de conspiración. El formulario de veredicto tiene un espacio para completar el tipo de arma de fuego en el Cargo 3. El Congreso ha determinado que ciertos actos fuera de los EE. UU. son imputables según la ley estadounidense…
Juez Castel: No considere en sus deliberaciones un posible castigo. Habrá una computadora portátil con las exhibiciones. Si desea que se lea algún testimonio, envíe una nota… En unos momentos se retirará para decidir el caso.
Juez Castel: cuando haya llegado a un veredicto, envíe una nota.
El juez Castel regresa de una larga barra lateral y le dice al jurado:
Como punto del cargo, le di una instrucción sobre que a sabiendas e intencionalmente debe haber sido intencional, no negligencia.

By Carlos Urrutia

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